Con tan solo cuatro años inicia un viaje junto a su familia que le llevará por toda Europa. Bruselas, Ámsterdam y Londres, dejaran una huella imborrable en la retina y el corazón del pintor. A su regreso, la crisis de los años veinte hace que tengan que liquidar los negocios familiares y trasladarse a un modesto apartamento en South Terrace. Escolarizado en la Pulteney Grammar School, desarrolla un impulso obsesivo por el dibujo y la acuarela que le lleva a matricularse en las clases, que los sábados por la tarde imparte la escuela de arte local. Años mas tarde escribirá: “La razón por la que pinto es únicamente por que amo pintar. A otros les gusta ganar dinero o conducir veloces coches, pero yo, si no estoy pintando un cuadro, me siento desgraciado. Cuanto mas pinto, mas ganas tengo, por que mas aprendo de mi mismo y mas fuerte me vuelvo. Me gusta pintar, mas que cualquier otra cosa, y me gusta pintar, aquello que yo considero bello”.

Su primera vocación es la de ser arquitecto, imaginando ciudades gótico-futuristas en el estilo impuesto por los comics de Flash Gordon, muy de moda en aquel momento. Decide estudiar arte, pero instado por su familia, enfocándolo a la enseñanza que le proporcionaría un futuro mas estable, ingresando de este modo, en la Escuela para Profesores de Adelaida. Hacia 1940, ejecuta su primera obra abstracta influenciado por la simetría dinámica que aprende de André Lhôte y Gleizes en París y comienza a realizar sus primeras exposiciones, siendo su primera individual, en 1944 en Melbourne.

Viajero incansable se considera así mismo un apátrida y declara: “Nada ha pasado nunca en Australia, ni nada pasa hoy, me resulta aislada y aburrida”. La década de los cincuenta se caracteriza por sus estancias en Italia, Grecia, Londres y París, donde estudia en la Escuela Grand Chaumière bajo la tutela de Fernand Leger y por el desarrollo del proyecto “The Childrens Hour” un programa educativo de televisión, enfocado a despertar el interés por el arte en los niños.