Pintor alavés, nace en Salvatierra-Agurain (Álava), el 27 de mayo de 1950.

Con 17 años ya exponía individualmente en Vitoria y participaba en el XX Salón de Otoño de Madrid.

En 1968, obtiene el segundo premio en el XXV Certamen de Arte Alavés con el cuadro "Pintura 2.

Repitió el mismo galardón en la edición siguiente con "Niña de los alrededores", para conseguir un accésit en 1970 con "Composición". En 1971, el tercer premio con "Composición en gris".

Asimismo, participó en los certámenes instaurados por la Caja Provincial a finales de los años sesenta: los Salones Navideños de Pintura. En la primera edición (1969) concurrió con la obra "Frente al Portalón".

De 1966 a 1971 estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, siendo alumno del maestro Antonio López. Un magisterio latente en su obra, y un maestro a quien recuerda vivamente en lo personal, sobre todo por la actitud y el sentimiento que sabía transmitir humildemente a sus alumnos.

En 1971 participa en la exposición madrileña "Grupo de Jóvenes realistas", en la galería Seiquer, antesala de su posterior viaje y estancia en Nueva York (1973-1977). Durante el último año en la ciudad norteamericana expondrá individualmente en la galería Ben Jonhson Fine Art, además de ser uno de los seleccionados en la colectiva "Artist 77", Unión Carbide Building.

A su regreso se instalará en Cuenca, donde permanecerá hasta 1983, fecha de su definitivo retorno a Vitoria.

En 1987 expone a título individual por partida doble: en la galería bilbaína Windsor y, antes de concluir el año, en la sala Independencia de la capital alavesa. Cuadros de mediano formato, preferentemente de paisaje, y algunos retratos enmarcados en unos espacios reales más o menos identificables. Ambas exposiciones vislumbran ya los actuales postulados estéticos de Carlos Marcote.

Posteriormente, sin desvincularse de los Estados Unidos de Norteamérica, nación con la que mantiene estrechos lazos personales, expondrá en Los Ángeles (California). La galería Free Hand será el escenario de sus dos próximas muestras individuales: en 1989 y 1994.

Entre ambas fechas, cabe reseñar su inclusión en la colectiva "Tierra de nadie", presentada inicialmente en el Centro Cultural de la Villa de Madrid en 1992, con posteriores itinerancias, que recogía la llamada Segunda Oleada del Realismo en el siglo XX a través de 18 jóvenes pintores seleccionados.

Luego la muestra visitó, entre otros lugares, la sala Amárica de Vitoria (junio/julio, 1992) y el Museo de Bellas Artes de Bilbao (marzo, 1993).

Comparte andadura y espacios expositivos con una nueva generación de pintores realistas, entre otros, con los guipuzcoanos Jesús María Lazkano y Clara Gangutia, además de con José Manuel Ballester, Roberto González, José María Mezquita, Guillermo Muñoz Vera, Matías Quetglas, Fernando Rodrigo, etc.

Aparte de algunas otras colectivas más por estos años, no es Carlos Marcote un pintor pródigo en intervenciones públicas. Aun así, la sala Amárica acoge en septiembre de 1997 una retrospectiva que reunirá casi sesenta óleos de sus principales etapas creativas. Experiencia individual, con obra más reciente, que repetirá en el Espacio Marzana de Bilbao, en enero de 2004, con una docena de cuadros.

En octubre de 2005 participa en "Visiones de la realidad. Segunda generación". Propuesta que pudo contemplarse en la sala Fundación Caja Vital de Vitoria y en la que figuraron también los locales Javier Hernández Landazábal y Marina Gómez Madrid, con Aquerreta, Gangutia, Lazkano, Carlos Díez Bustos, Roberto González, José María Mezquita, Matías Quetglas, Fernando Rodrigo, Eduardo Verdasco, etc...

Marcote concentra la mirada en el paisaje, preferentemente el rural; en la observación y recreación de arquitecturas (pos)industriales; en rincones cotidianos y humildes, a veces abandonados, y en las composiciones de retrato. En los retratos, su sensibilidad y sus apetencias se inclinan hacia el entorno familiar o hacia el círculo de amistades, aunque sin el mundo de los encargos.

Últimamente se ha acercado a nuevos ensayos, alguno de sentido onírico, introduciendo elementos irreales.

Su pintura es de una enorme pureza formal, de pincelada muy minuciosa. Combina perspectivas más o menos reales, más o menos ilusorias, a través de la utilización muy estudiada de focos de luz.

Pintor, adscrito al realismo, pero que conserva muy sutilmente un toque surreal heredado de etapas anteriores.

Es considerado uno de los valores más cualificados para el siglo XXI.

Obras suyas figuran en importantes colecciones públicas y privadas del País Vasco, y también de Estados Unidos donde Marcote pasó una temporada decisiva para su trabajo y para la inclinación hacia un hiperrealismo que llena gran parte de su obra.