2 obras del autor: Maside - (Carlos Maside García)

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Siglo XX. Vanguardias Históricas/Realismo
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Apunte Biográfico

Carlos Maside García, Requeijo, Puentecesures, 18 de marzo de 1897 - Santiago de Compostela, 10 de julio de 1958 fue un pintor gallego.

Sus comienzos fueron difíciles, y tuvo que trabajar desde muy niño en tareas comerciales. Inició sus estudios de dibujo en la villa de Padrón. En 1917 viaja a Madrid, para cumplir el servicio militar, y allí entra en contacto con artistas, que van orientando su futura carrera.

En 1923 participa en la Exposición Regional de A Coruña. Dos años más tarde colabora en los diarios Faro de Vigo y El Pueblo Gallego, éste desaparecido.

La Diputación Provincial de Pontevedra le concede una beca a finales de 1926, para viajar a París, donde permanece algún tiempo y conoce las vanguardias artísticas de entreguerras. de regreso a España, en los años de la república, vive temporadas en Madrid y en Galicia, en concreto en Compostela y Vigo, donde hace trabajos industriales y se vincula a tertulias intelectuales presididas por Valle Inclán o García Lorca.

Realiza su primera exposición personal en Compostela, en 1930. Posteriormente las efectúa en Vigo y otras ciudades de Galicia.

La guerra civil es época dura para Maside, vinculado a grupos republicanos. Concluida la contienda, reside en Compostela, donde permanecerá hasta su muerte, rodeado de jóvenes intelectuales, sobre los que ejerce un evidente magisterio este pintor intelectualizado, teorizante.

La obra de Carlos Maside está en todos los museos de Galicia, especialmente en el de Vigo, con un amplio y muy representativo lote de sus óleos y gouaches. El museo fundado en Sada por Luis Seoane y Díaz Pardo lleva su nombre, reconocimiento de la influencia que el cesureño tuvo en las nuevas corrientes plásticas de Galicia, hasta él prácticamente detenidas en la figuración y el folclorismo.

Maside es un gran pintor, porque técnicamente estaba muy dotado. Es, también, un gran dibujante, y excelente grabador de diversas técnicas, porque, en definitiva, ninguna forma de expresión artística, incluso la caricatura y el chiste con «pie», le resultó ajena.

La vida de Carlos Maside (1897-1958) corre paralela a la primera mitad del siglo veinte. La sucesión de sus años de niñez, juventud y madurez orgánica, se desarrolla al compás de la vitalidad de la centuria, a la que abandona antes de que ésta doble la curva descendente de los años sesenta.

La primera experiencia vital de Carlos Maside es el descubrimiento de Galicia, acontecimiento que está ligado a dos aspectos cualitativos importantes. En primero lugar, la toma de conciencia del hecho gallego se verifica en Maside desde dentro desde la propia tierra, en contacto con los hombres de la “Xeneración Nós” y con la de Castelao, la figura más afín a él no sólo por razones estéticas, sino también sentimentales e ideológicas. El segundo aspecto hace referencia al momento histórico en que se produce tal descubrimiento. Maside entra en el mundo de la cultura gallega, en la decisiva década de los veinte, en un tiempo en el que se aprecian modificaciones sustanciales en la sociedad, cambios en el mundo urbano e industrial, que ya nos permiten vislumbrar una Galicia menos ruralizada. A Maside le interesa el mundo urbano, la imagen del centro industrial vigués, las fábricas de conservas y los obradoiros de construcción naval; en suma, la Galicia de la transformación, que Castelao, a nuestro entender, no refleja con tanta justicia.

La segunda experiencia vital de Maside es el descubrimiento del marxismo. La generación de Maside recibe el impacto de este hito en la primera juventud, y la causa de la revolución social y la defensa del proletariado fueron abrazados por Maside y por muchos novecentistas, que se identificaron en el plano intelectual con la versión comunista del socialismo y rechazaron, aunque hay excepciones, la alternativa que les ofrecían los fascismos triunfantes en la década de los treinta. En Madrid a través de la prensa (Él Sol, Nueva España, Política), Maside apoya los cambios sociales de la IIª República . En El Pueblo , en la viñeta diaria busca formar criterios y crear actitudes y la consecución de las libertades para su tierra, - Estatuto de Autonomía de Galicia- en el marco de la legalidad democrática. Como dibujante y grabador Maside fue uno de los grandes intérpretes de la historia contemporánea y tenía la convicción intelectual de no querer entender Galicia, ni España había sido del acontecer europeo.

La tercera experiencia vital de Carlos Maside es la de formar parte de un movimiento de vanguardia, -que florece en Galicia durante los años de la Dictadura y de la IIª República-, que, como un joven renacimiento, está destinado la renovación artística y social. Los miembros de esta generación que se denominan “Os Novos”, emergen, como grupo ya cohesionado, en torno al diario El Pueblo , alrededor de 1925. Antes de rematar la década aparecen las primeras y ya definitivas obras. Manuel Antonio publica en 1928 De cuatro la cuatro y se convierte en el primer poeta de vanguardia en orden cronológico y jerárquico, Rafael Dieste transforma el lenguaje narrativo de los pequeños cuentos, De los archivos del trasno (1926). Maside inicia (1926) la serie de pinturas con un determinado reparto de la superficie y de color convencional que constituye junto con la serie de estampas, un hito en la renovación plástica. Estos jueves, Os Novos, son los mismos que en los años treinta se reúnen en Madrid, en la tertulia de la Granja del Henar y alrededor de la revista Nueva España. Son pintores, periodistas, ensayistas y pensadores que forman un heterogéneo grupo disciplinar pero vinculado por la misma tensión espiritual y creativa. Eran Rafael Dieste, Carlos Maside, Eugenio Montes, Otero Espasandín, Xesús Bal y Gay, Fernández Armesto, Arturo Souto, Cándido Fernández Mazas, Manuel Colmeiro entre otros, quienes de forma solidaria, en su mayoría, colaboran activamente en las actividades socio-culturales de la IIª República.

Tomando, únicamente, como medida temporal el año de 1932, esta referencia puede revelar, seguramente, ciertos aspectos de la actividad cotidiana y sociabilidad espiritual de Carlos Maside. En 1932 el espacio que enmarca su figura es de joven de Compostela, trabajando enfundado en mono, con gubia y buril en su estudio definitivo de la Rúa del Vilar, nº 42; viajando al Instituto de Noia para impartir clases de dibujo; conversando -o jugando al ajedrez- en las tertulias de los cafés compostelanos. Era un hombre delgado, de pelo abundante, muy proporcionado y más bien alto. De mirar directo y penetrante, hablaba despacio como buscando la palabra exacta, y con un ritmo característico acompasado con el movimiento de las expresivas manos. Los que lo trataron poraquellos años hablan de su poder de idealización, de la precisión de sus razonamientos, de su discurso despejado y limpio, de su poderosa personalidad.

Su vocación no es solamente la de pintar, sino la de investigar y revelar. Se prepara en la realización técnica y en los oficios. Estudia el grabado en madera, aguafuerte y linóleo. Cultiva con pasión el aspecto artesanal de la pintura; el intercambio de ideas y discusiones de técnicas en el taller de Eiroa. Mantiene trato habitual con los orfebres y tallistas compostelanos, busca la relación con los albañiles para perfeccionar la témpera.

Está convencido de que la pintura de caballete estaba cerrando un ciclo, y toda la energía creativa del tiempo presente, debía generar una pintura joven en relación a la arquitectura, en construcciones de edificios públicos, siguiendo el proceso de integración de las artes que defendía la Bauhaus y la vanguardia rusa. Valora el papel del público en el proceso que llamamos arte. Pretende obligar al espectador a que actúe ante la obra, que se sitúe frente la pintura en el espacio, que su papel no sea pasivo, y que se sienta identificado con aquellas manifestaciones como parte de su ser propio. Su más ardiente representación de Galicia pasa por el muralismo, la imagen de la combativa pintura mural mexicana: plasmar los trabajos del pueblo, sus ritos, su cultura en las paredes de las construcciones oficiales. Aspira realizar una arte monumental y público, que había expresado a Galicia, teniendo presente que para Maside en la representación de Galicia era condición irrenunciable representar el mundo. Esta doble preocupación conceptual y técnica se puede observar en las estampas y en las soluciones simplificadoras tan apropiadas para el muralismo de sus óleos o gouaches porque Maside era monumental y podía serlo en condiciones mínimas.

El cambio político había afectado a la composición del círculo más íntimo de sus amigos, a la relación con las instituciones y a la situación en general. Se vive en un ambiente de acercamiento de la cultura a la sociedad. Maside es pionero en la formación de la Coleccción de Arte Contemporáneo para el Seminario de Estudios Gallegos, con piezas que los artistas entregaban como trabajo preceptivo para ser miembros numerarios; es vocal de la Junta Directiva de la Sociedad de Amigos del Arte para el desarrollo de las artes plásticas, entidad que hace uso de un escaparate, abierto siempre al público, como lugar de exposición permanente; por su iniciativa a directiva decide proponer al Ayuntamiento de Santiago la creación de una Biblioteca de Arte en el Pabellón del Paseo de la Herradura. Visita con frecuencia la Librería Niké, donde los propietarios no atienden a criterios puramente empresariales, con frecuencia los clientes compran libros según su disponibilidad económica. La editorial Nos, situada ahora, en el nº 15 de la Rúa del Vilar- frente a su estudio- es otro lugar de encuentro habitual, en torno al grupo que se mueve junto a Anxel Casal para quien colabora con asiduidad. Sólo en apariencia, Compostela sigue siendo el mismo escenario de la década anterior. El recinto de la ciudad, sus plazas, calles, monumentos, soportales, lo motivan para realizar apuntes del natural -que elaborados en el estudio- convierte en grabados, gouaches y óleos. Compostela es una cuestión de espacio, solía decir. En la feria de la carballeira de Santa Susana, el jueves, recoge, en cientos de bocetos, figuras de paisanas, feriantes, vendedoras, animales, instrumentos, herramientas y cestos, que si hoy, en conjunto, constituyen un inestimable material artístico y etnográfico, a la sazón le servían para confeccionar de un modo inmediato las estampas y la viñeta del día siguiente, en el periódico. Otras veces son los retratos o caricaturas del natural realizadas con esa rara facilidad y simplicidad de línea, que sólo poseen artistas muy singulares. Hay situaciones, acontecimientos y personajes en la vida de Galicia que no se pueden separar del testimonio casi notarial de sus diseños. En 1932 realiza estampas y grabados para las revistas Resol Universitarios Cristal y Yunke y son de esta fecha asimismo las famosas xilografías de su Autorretrato y del Retrato de Castelao.

En 1932, en la vida intelectual compostelana, conviven dos tertulias , la del café Derby y la del Español. En la primera se juntan los galleguistas, profesionales de origen universitario, a esta cita acude D. Ramón de Valle Inclán en sus estadías temporales en Santiago, y tiene acogida Carlos Maside que disfruta de la compañía de varios contertulios y del escritor, de quien realiza varios apuntes y retratos del natural. La otra tertulia, la del café Español, se caracteriza por el interés artístico y literario. Está formada por artesanos, empleados, estudiantes y artistas. Muchos son republicanos y de pensamiento filomarxista. En el campo de la plástica Maside ejerce una especial influencia, y Luis Seoane destaca como futura promesa. En el Español se gesta la constitución de un grupo local del Comité de Cooperación Intelectual. Se convida varios poetas para pronunciar conferencias. Uno de los escritores invitados es García Lorca.

Cuando se conocen personalmente, en 1932, Carlos Maside y Federico García Lorca, con treinta y cinco y treinta y cuatro años respectivamente, tienen en común muchas vivencias, y en la práctica artística una gran experiencia en el tratamiento del tema popular. Por razones históricas, ambos viven al unísono la experiencia de cómo lo popular iba a ser traspasado y enriquecido por el concepto de pueblo, tal como se entiende después del triunfo de la IIª República; pues la fusión de la hora histórica con la práctica artística, confirma la paradoja de que los artistas, intentaron elaborar proyectos para la sociedad antes que los propios políticos. El debate sobre la función del arte cambia significativamente. El pueblo que defiende la República transforma la misma noción de vanguardia, que se convierte en vanguardia espiritual, moral y cívica. Una versión acentuada de la vuelta al pueblo en busca de valores últimos, que se había apreciado ya en la Generación del 98, pero que ahora exigía que aquella admiración fuera acompañada de un compromiso práctico. Tal compromiso en el caso de Carlos Maside ya había sido consumado con su ingreso en la Cárcel Modelo de Madrid, en las navidades de 1930. Sumidos en la efervescencia comunicativa del momento, mientras pasean por las calles y plazas de Santiago, Maside y García Lorca mantienen aquella conversación interminable. Este encuentro memorable, desde un ángulo externo, también significa el contacto fugaz de dos culturas muy intensas en la persona de dos creadores que son asimismo miembros representativos de la Generaxión española de 1927 y de la Generación Gallega de 1925.

En 1932, parte de la obra pictórica de Carlos Maside, había sido seleccionada para la exposición itinerante que recorría distintas capitales de los Estados Unidos, bajo el título de Exposición de Artistas Españoles Contemporáneos, patrocinado por el Carnegie Institute of Pittsburg, en la que figuraban Daniel Vázquez Díaz, José Moreno Villa, Maruja Mallo, Arturo Souto, Ricardo Baroja, Hidalgo de Caviedes y José Gutiérrez Solana. Junto a una producción siempre copiosa como dibujante, su pintura se hace más reflexiva. Busca fundamentos más seguros, sendas de auténtica originalidad y fertilidad a través del complejo laberinto de seducciones del arte en el momento actual, que conocía muy bien por las estadías como becario en París y Madrid. En marzo de este mismo año, Carlos Maside presenta en el Casino de Vigo, la primera gran exposición individual, que constituye un acontecimiento social y artístico. Por tratarse de una muestra muy cuidada, que recoge su trabajo desde 1928, espera cierto éxito en las ventas, como respuesta del público, sin embargo éstas son escasas y resulta un fracaso económico.

En esta hora, Maside, ya ha madurado su idearium pictórico, aquello que él denominaba concepto expresivo pues para este pintor el tema o motivación no es nunca un mero pretexto. El objeto -la cosa- es un misterio, unitario, total, imprescindible, en el cual se pueden discernir analíticamente estructuras formales, relaciones lumínicas, calidades o cualidades. De este modo escribe a Luís Seoane: Para mí el quid, la clave está en el asunto. No porque crea que éste tenga de absorber o subordinar los valores plásticos, convertir el cuadro en simple narración, sino como elemento engendrador de él, su semilla. Y la calidad de la semilla decide la esencia y el valor humano del cuadro; la carga magnética del color y de las formas. Creo que hay que pintar aquello que amamos entrañablemente, con su misterio y alegría; que mete sus raíces en nosotros y sus ansias de florecer en el alma.(...) Basta de jarras o de guitarras porque el arte no es un juego. De serlo sería una partida en la que el jugador pone su fortuna, gloria y ruina.(...) Esto formó, sin dúda, sabios pero no santos, y santo, en un sentido entrañable (aunque no religioso, naturalmente) es ante todo el artista.

La Guerra Civil española y sus secuelas influyen directamente en su obra y Maside desarrolla jóvenes técnicas de distanciamiento; reconstruye en condiciones políticas forzadas, las formas escogidas del artista marginado que se aparta de la reproducción de una contemporaneidad oficial que es hostil al arte. Durante varios años vive en el aislamiento, recluido en su casa, en el exilio interior. Unido ideológica y afectivamente a los amigos exiliados los reclama para liderar el movimiento intelectual. Rafael Dieste, Luís Seoane, Isaac Díaz Pardo y Antonio Baltar fueron decisivos en la nominación del Museo Carlos Maside de Arte Contemporánea, en su memoria.

(Información obtenida de Wikipedia)